Por qué amamantar es importante para mí

Amamantar a nuestros hijos es como decía el gran Carlos González, “Un regalo para toda la vida” y el regalo no lo es solo para nuestros hijos sino también y en gran medida para nosotras mismas.

Amamantar es el siguiente escalón en el gran camino que emprendimos el día que nos quedamos embarazadas.

Durante nueve meses gestamos y creamos en nuestro vientre un ser humano completo. Para que eso sea posible, todo, excepto un microscópico espermatozoide, lo ponemos nosotras. ¿No te parece maravilloso? Es el milagro que solo las hembras somos capaces de hacer. No hace falta estudiar, solamente seguir nuestro instinto y nuestra naturaleza para llevar a cabo esa maravilla.

Gracias a que el niño está muy bien cobijado y escondido dentro de nosotras, la tecnología y la medicina todavía no son capaces de influir mucho en el embarazo y por lo tanto aún se nos permite ser las únicas biológicamente involucradas en él. En cambio, en cuanto el niño asoma la cabeza a este mundo y queda al alcance de los demás, la mala costumbre que tenemos los humanos de querer controlarlo todo y pensar que sabemos más que la propia naturaleza, nos hace interferir entre la madre y el hijo cuando debería seguir siendo un binomio inseparable e inquebrantable.

Cuando parimos a nuestros hijos seguimos siendo nosotras las únicas que estamos realmente capacitadas para que siga creciendo y desarrollándose, tanto física, psíquica como emocionalmente. Es nuestra naturaleza, fuimos diseñadas para eso y nadie nos puede convencer de que hay algo mejor para nuestros hijos que nosotras mismas. Nuestro pecho, nuestro amor y nuestro alimento. Ni formulas, ni biberones, ni peluches, ni hamacas, ni nada que anuncien en la tele puede ser ni siquiera parecido a nosotras.

Si nos dicen que no valemos, que nuestra leche no alimenta, que es mejor darle formula, y nosotras nos lo creemos, ¿dónde queda nuestra autoestima como hembras? Tirada y resquebrajada por los suelos. Si una de nuestras capacidades innatas se pone en duda, se nos pone en duda a nosotras como mujeres completas y eso tiene muchas consecuencias tanto para nosotras como para nuestros hijos.

Nosotras nos separamos de nuestra naturaleza e intentamos suplir esa falta con otras cosas por supuesto artificiales y superfluas que todavía nos separan más de nosotras mismas y de nuestros hijos. Para nuestros hijos, además de cambiar su teta calentita y amorosa por chupones de goma y agua con polvos, se tienen que criar con una madre desconectada de su naturaleza lo que seguramente les llevara a  desconectándose también de la suya más pronto que tarde.

En mi opinión, cuando una mujer ni siquiera se plantea darles el pecho a sus hijos es porque tiene como verdad absoluta en su subconsciente que ella no es capaz de alimentar a su hijo. La sociedad se ha encargado de programarla así sustituyendo la información que genéticamente llevamos de serie, por lecciones aprendidas a causa del bombardeo constante de la televisión y la forma de vida de nuestra sociedad actual.

No permitas que te quiten uno de nuestros derechos más fundamentales como mujeres mamíferas que somos. Tú, igual que fuiste capaz de engendrar a tu hijo en tu vientre, eres capaz de alimentarlo y darle todo lo que necesite sin ayudas artificiales. Solo tú eres realmente necesaria.