Por favor, no engañes a tus hijos

07.04.2014 19:10

Parece algo muy obvio, ¿Como vamos a engañar o mentir a nuestros propios hijos?

Párate un momento a pensar. ¿No crees que en realidad lo hacemos constantemente y ni siquiera nos damos cuenta de ello o no le damos la importancia que realmente tiene?

Sitúate en una escena donde tu hijo quiere, por ejemplo, salir a la calle pero no podéis por lo que sea, porque está granizando, han llegado los extraterrestres o simplemente no está en tus planes salir de casa. ¿Eres de las que le dicen: Si cariño luego, más tarde… si cariño, cuando te acabes la merienda nos vamos a jugar a la calle no te preocupes… cuando realmente sabes que no tienes ninguna intención de cumplir lo que estas prometiendo?

Muchos de nosotros tomamos este camino frente a las peticiones que nos hacen nuestros hijos, las cuales no podemos o no queremos complacer y lo hacemos para evitar que protesten, que se callen y que nos dejen tranquilos.

Puede ser que a muy corto plazo, podamos conseguir nuestro objetivo, pero las consecuencias a la larga son otro cantar.

Vamos a empatizar con el niño y ponernos en su pellejo: Si mama, que es todo para mí, me ha dicho que después de comerme la merienda nos vamos al parque yo me como todo absolutamente, toda la merienda y lo que haga falta. Mama! Ya me he terminado la merienda! ¿Vamos a calle? Si cariño, espera que acabe esto que estoy haciendo… Eh! No lo entiendo, la consecuencia debía ser inmediata después de acabarme la merienda. Ya deberíamos estar en la calle! Mamaaaaa! Vamos a la calleeee!! Que no hijo que no que no vamos a ir a la calle así que déjalo ya! Pero, pero, ¿por qué? Si tú me habías dicho que cuando me acabara la merienda nos iríamos y yo he cumplido estrictamente mi parte del trato y tú lo estas rompiendo unilateralmente. Tu pusiste la regla, yo la acepté y la cumplí y en cambio tú ahora dices que no y ya está, sin más explicaciones! Me has engañado y me has decepcionado. Ya no podré volver a confiar en ti.

Puede parecer dramático pero realmente por la cabeza del niño debería pasar algo así, el problema es que él no tiene la capacidad todavía de generar secuencias lógicas como esta y lo único que siente es una rabia e incomprensión grandísimas. El solo lo sabe expresar llorando desconsoladamente con lo que nosotros veríamos externamente como una rabieta.

Estos patrones de comportamiento los tenemos grabados desde nuestra más tierna infancia. Lo aprendimos de la forma en la que nuestros padres nos trataban. Era un modo de crianza de yo mando y tú obedeces, infravaloraba a los niños y los ninguneaba. El refranero español, que es muy sabio, lo explica de forma clara y sencilla: Cuando seas padre comerás huevo! Esto se nos contestaba siempre que protestábamos por algo que nos parecía injusto y no había forma de replicar.

Pero nosotros queremos otro tipo de crianza y sabemos que es posible. Solo debemos ser conscientes de lo que hacemos y decimos en cada momento y pararnos a pensar las consecuencias que puede tener.

¿No sería mucho más fácil decir la verdad desde el principio? Si sabes que no vais a salir de casa, díselo desde el primer momento. Si se lo toma mal y se enfada le explicas tus razones y si llora o se enrabieta le das tu cariño, pasas ese momento con él y se acabó el conflicto.

La diferencia entre decirle la verdad o no esta en que tu hijo seguirá confiando en ti y sabrá que cuando le digas que no será por una razón, aunque él no la entienda, pero que si le dices que si es que si! Porque su madre nunca le miente y puede confiar plenamente en ella. Sabrá que le respetas, que tienes en cuenta sus deseos y opiniones y que, aunque no pueda conseguir lo que quiere, le quieres y es importante para ti.

Nosotros los padres somos lo más grande para nuestros hijos, somos su guía y su punto de encuentro cuando se sienten perdidos. La confianza es un tesoro que hay que cuidar todos los días porque con una sola mentira todo se desvanece, despertamos del sueño y ya no se puede volver atrás.

Este camino lo recorremos día a día, paso a paso y no podemos dejar el piloto automático puesto porque nadie sabe hacia dónde se dirige y si te despistas te pierdes. No lo permitas. Disfruta y aprende de la oportunidad de crecimiento y aprendizaje que nos brindan nuestros hijos.

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